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Tecnología inclusiva, le dicen. De espíritu facilitador y con la intención manifiesta de eliminar brechas, la tecnología inclusiva pone los avances tecnológicos a disposición de las personas con algún grado de discapacidad.
Y en el proceso por brindar nuevas oportunidades, en un mundo netamente digitalizado, empresas como Prócer, de semilla argentina y espíritu popular, ofrecen –por ejemplo- soluciones tecnológicas para personas con discapacidad visual.
Pero, ¿qué hacen concretamente? Fabrican dispositivos de lectura auditiva capaces de convertir textos impresos o digitales en audio.
Acceso a la lectura
Por estos días, Prócer ya lleva desarrollados cuatro productos –van: Prócer 1, Prócer 2, Reader, Prócer 3- con el objetivo de brindar soluciones en el acceso a la lectura, facilitando tareas de la vida cotidiana, así como también el mejoramiento del desempeño en ámbitos educativos y laborales.
“Cada uno de ellos ha sido una evolución del anterior. Y lo importante para destacar es que, siempre, todas las mejoras y cambios provienen de nuestros usuarios y profesionales, quienes nos guían en el camino a seguir”, asegura Manuel Díaz Ferreiro, ingeniero en computación y uno de los referentes de Prócer.
Tecnología inclusiva made in Argentina
Por caso, el equipo de Prócer está conformado por el ingeniero electrónico Julián Guerrero, los desarrolladores de software Mariano Lescano y José Ribodino, más el mencionado Díaz Ferrero, y es –esencial y orgullosamente- hijo de las universidades públicas argentinas.
En ese sentido, su idea madre tiene que ver con “devolver” parte de lo que la sociedad “les brindó en su conjunto”. Dice Díaz Ferrero, visiblemente emocionado: “Son las mejores universidades, y son gratuitas”. Nacido en la ciudad de Córdoba, Prócer se gestó en el año 2018 y su equipo fundador trabaja en conjunto desde 2015.
La inquietud iniciática surgió –justamente- en el bar de la facultad, donde aquellos jóvenes se preguntaron cómo hacía una persona ciega para estudiar.
En rigor, ninguno de los integrantes del proyecto conocía a alguien con discapacidad visual, así que ensancharon su curiosidad y lo primero que hicieron fue consultar a potenciales usuarios y organizaciones sobre si su idea les parecía viable.
Y ahí, con esa certidumbre, pusieron manos a la obra.
“La devolución que nos dan los usuarios es uno de los máximos regalos que recibimos todos los días. A diario recibimos mensajes que van desde agradecimiento por lo que hacemos hasta sugerencias para seguir mejorando”.
Inteligencia artificial para la inclusión
En la actualidad, el equipo de desarrolladores se encuentra integrando herramientas de inteligencia artificial para hacer “más inclusiva la experiencia educativa de personas con y sin discapacidad”.
Y, en un gesto patriótico, confían en que Argentina “tiene grandísimos recursos humanos y una cultura que favorece la creación de este tipo de proyectos”.
¿Cómo se consiguen? De manera directa. ¿Y qué onda con las obras sociales? “Los cubren en un 100%”, afirma enfático Díaz Ferrero. “En comparación con otro tipo de productos similares, somos 10 veces más económicos”, cierra el ingeniero en computación, ofreciendo una inclusión, digamos, integral.